Opinión

Visión selectiva

En el intrincado mundo de la política, la visión selectiva parece ser una constante que define el comportamiento de nuestros líderes. Una paradoja desconcertante emerge cuando los políticos, una vez en el poder, parecen desarrollar una ceguera estratégica hacia sus propios errores, mientras que en la oposición, cada fallo gubernamental se magnifica. Este fenómeno revela no solo la complejidad inherente a la administración, sino también la necesidad crítica de una auténtica introspección política.

Es un hecho innegable que aquellos que ocupan puestos de poder a menudo se ven afectados por una ceguera peculiar. Los errores cometidos durante su mandato son hábilmente minimizados o, en algunos casos, completamente ignorados. Esta perspectiva selectiva impide la autoevaluación honesta y la mejora continua, contribuyendo a la perpetuación de políticas defectuosas.

Y eso, precisamente es lo que ha ocurrido en Tarifa durante la legislatura del ya ex alcalde, Francisco Ruíz Giráldez. El pueblo estaba hecho una jungla de maleza, las calles estaban sucias y uno de los destinos más importantes de Europa para los deportes de deslizamiento se mostraba ante vecinos y visitantes ajado, sucio, abandonado, como si el pueblo hubiera entrado en un letargo recordando aquellas viejas mansiones abandonadas.

¿Qué ha pasado en Tarifa en estos casi ocho años? Porque no nos cabe duda que cualquier político recién llegado al gobierno está deseoso de hacer cosas para demostrar músculo, y sin embargo, en Tarifa, cada año que pasaba en el calendario, la gestión en materia de mantenimiento urbano se iba apagando.

Y es que la euforia del éxito electoral puede convertirse en un espejismo peligroso. La victoria en las urnas puede cegar a los líderes, haciendo que vean su gestión desde una óptica idealizada. Los logros son destacados, mientras que los errores se relegan al olvido o se justifican con argumentos escurridizos. Este fenómeno plantea la pregunta fundamental: ¿cómo pueden los líderes mejorar si no reconocen y rectifican sus propias fallas?

La respuesta es evidente, si no hay autocrítica, no puede haber excelencia. Aunque a veces, la falta de autocrítica también viene dada por una oposición débil que no es capaz de poner contra las cuerdas al equipo de gobierno. Y es que en todas las facetas de la vida, la competencia es sana, y si no hay competencia hasta el mejor deportista de élite se relaja. De ahí, que el papel de la oposición en un gobierno sea del tipo que sea, tenga la misma relevancia que el papel del equipo de gobierno, porque para que un municipio avance se hace necesario una buena gestión de gobierno y un buen control de la oposición, no lo olvidemos. Por eso, la bancada de la oposición también ha de hacer autocrítica, si realmente quiere aspirar a liderar un gobierno, ha de ser capaz de encontrar los puntos débiles del ejecutivo, y presentarse ante la ciudadanía como una alternativa real a sus problemas, y eso, hay que hacerlo con pico y pala, día a día, dedicando horas y horas gratuitas o por una módica asignación mensual.

La visión selectiva no solo es cosa del equipo de gobierno, sino que es un mal que también afecta a las formaciones que acaban de llegar a la oposición tras años de gobierno, ya que en muchas ocasiones, la no aceptación de haber perdido el poder que les confiere el respaldo de la ciudadanía se convierten en «auténticos rebotados» incapaces de establecer el foco en representar a la ciudadanía porque están afanados en demostrar sus gestas y modus operandi en tiempos que para ellos fueron mejores.

Como podéis ver, la visión selectiva es una «enfermedad» que afecta a ambos lados del hemiciclo, y que al final siempre acaba produciendo graves daños colaterales a la ciudadanía, que es la más perjudicada en toda esta historia.

Por eso, no estaría nada mal, que nuestros políticos, se hagan revisar su «visión selectiva» y den paso a otra palabra que también empieza con «uve», la voluntad de servicio para trabajar por la ciudadanía. Y es que la «uve» de voluntad de servicio, unida a la «hache» de humildad y a la «te» de trabajo es la mejor receta para hacer que un municipio como Tarifa progrese, ojalá ni unos ni otros lo olviden, y dejemos de ver espectáculos de rabietas lamentables en los plenos municipales.

Serena Palabra

Serena Palabra es mucho más que una escritora de opinión; es una defensora incansable, una narradora de historias de resistencia y una voz poderosa que rompe barreras. Licenciada en Historia. Soltera por elección. Madre de cuatro mininos adorables. Disfruto cada amanecer en mi playa de Bolonia, me encanta terminar el día enganchada a un buen libro y explorar nuevos senderos.

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